El mundo cambió ¿lo entiende? No es lo mismo que hace un siglo, hace 50 años, hace 10 años. Por ello, cada vez que escucho la idea de “respetar” las tradiciones culturales, de valorar lo primitivo que simboliza la más cruda herencia ancestral, pienso en qué tanto se debe respetar la historia de crueldad e inequidad del ser humano y qué tanto debe hacerse conciencia de los despropósitos en que hemos vivido. Tradiciones ancestrales como corridas de toros, ablación femenina, racismo, caza del zorro, derecho de pernada, las corralejas, peleas de gallos, esclavitud, qué tanto merece respeto ese “legado” cultural. ¡Para algo tiene que servirnos la evolución! Por ello no me conmueve la carta del adolescente torero Marco Pérez en su defensa de lo indefendible. Parece mas el lamento de sus ancestros que su propio lenguaje. Desafortunadamente, interpreto, puede ser el escrito de un adolescente viejo, atrapado por el clan familiar, siendo leal a la frustración de alguno de los suyos. Está defendiendo el derecho a ser cruel y a torturar la naturaleza. Está tratando de explicar que cualquiera que sea el trabajo, este derecho debe respetarse. El sicariato es un trabajo, el narcotráfico produce empleos, ganancias y dinero ¿entonces per se, se deben respetar? ¿Cómo justificarlo? El adolescente torero posiblemente es “hijo” de la frustración paterna que proyecta en la generación siguiente aquello que no pudo lograr.  Desafortunadamente en algunas actividades de los hijos (deporte, música, arte), existe el pedaleo y exigencia paternas para compensar sus frustraciones personales. Hijos que deben satisfacer el sueño paterno y a los que se les niega su propia vida…

La naturaleza se provee a sí misma. Una serpiente devora lo que encuentra a su paso, es necesario para su sobrevivencia, lo que por igual hacen los animales de caza. Sobrevive el mas fuerte. Pero la naturaleza no se regodea ni disfruta viendo devorarse los unos a los otros. Alimentarse de animales no es una contradicción porque no hay el goce de ver sufrir: es la natura cadena alimenticia. El “espectáculo” de una corrida de toros, donde el humano celebra con música, aplausos, alegría, la crueldad sobre un animal indefenso, es denigrante.   Puyarlo, desafiarlo, lastimarlo, provocarlo hasta llevarlo a la trampa final de la muerte, cuando ya está doblegado, no puede ser merecer aplausos.  No asimilo cómo se disfruta este acontecimiento y qué valor cultural le aporta a la condición humana. ¿El “rey” de la naturaleza tiene licencia para hacerlo? ¿Acaso no será un permiso social para estimular el maltrato hacia los indefensos? ¿Qué hace un niño participando de este “aprendizaje”?

La ablación femenina es una tradición cultural que difícilmente puede ser defendida pero es resultado del abusivo poder patriarcal. Los golpes y patadas a mujeres indefensas qué tanto pertenecen también a ese rango de machismo. La crueldad patriarcal ¿se nutre acaso de espectáculos donde se disfruta ver sufrir? ¿Dónde “ejecuto” este aprendizaje inconsciente? ¿En cuál escenario lo pongo en práctica? El mundo cambió y seguir patrocinando la crueldad, definitivamente es inhumano. No solo son las leyes las que dirán la última palabra. Cada quien tiene la tarea de revisar su personal termómetro de crueldad y sadismo.

Gloria H. @GloriaHRevolturas

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